Un elemento, dos elementos, tres elementos, tres cuerpos casi vivos, aislados y a la par. Y las reglas del juego más triste que no tiene principio y no tiene final. Siga. Siga.
Tres sujetos transitan el espacio escénico. Hablan, respiran, se tuercen, caen, se yerguen. Su vida: su pasado, presente y futuro. Balbuceos irreconocibles que se transforman en palabras sin/con sentido, imposibles de comunicar algo. Encuentros desvinculados, gastados, competitivos; autómatas, nerviosos.
Preguntas sin respuestas. Disparatadas respuestas consideradas correctas.
Todos los ‘no’ se duplican en un espejo oxidado. Así es como funcionan las cosas. Sin embargo, los cuerpos resisten, accionan, en la impávida continuidad de un desgraciado ballet. Ir y venir, pronunciar sin decir… No pensar, no pensar… miserables encastres de la gran máquina social; estereotipados, monótonos, vacíos.
Todo reloj es una máquina de exquisito control. Siga, siga.
Que la máquina entrene a sus partes. Esta creación teatral presenta un universo onírico y absurdo. Una mirada crítica sobre la vida de estos seres: su tránsito por el sistema educativo y su embrutecimiento en la vida productiva. Una invitación a reflexionar acerca de nosotros mismos.
Diseño sonoro: Mariano Gil. Diseño de vestuario: Luisina Placenti y Lucila Aberastain Oro. Operador de sonido: Gabriel Hefner. Operadora de iluminación: Marcela Sala. Fotografía: Diego Medina y Federico López Muro.