En tiempos de impotencia, cuidamos un jardín teatro, una casa teatro. Hay quienes se atreven a cuidar del jardín.
Caótico presente, decadencias y crueldad. Admito que lo que escribo son palabras pero ¿Y si salimos y ya no están?
Hay quienes persisten en discriminar entre individualismo y comunidad, entre discursos y el gesto concreto de las artes que ensancha un sentimiento honesto en nuestra interioridad la condición humana de la libertad.
Hay quienes se atreven a revisar el concepto cínico de libertad en un mundo donde pocos pueden elegir. ¿Cómo vamos a recordar que la acumulación no es más importante que la vida?
En tiempos donde casi llega a ser imposible distinguir entre verdadero y falso, somos experiencia concreta de la cooperación y la solidaridad: El Galpón de las Artes se hace así religandonos amorosamente como oportunidad humanizante por el encuentro.
“Hay un toro desnutrido y negro en el fondo de las casas de los hombres y mujeres que no tienen casa y jardín. Enterrado, casi tragado por la maleza, un gesto honesto irrumpe, llegan inquietos, sensibles, atentos los espectadores. Sí: las estrellas vienen cada noche a moverse en sus ojos, suenan sus cuernos donde viven centenares de arañas, llamando a las luciérnagas.”
Gracias por cuidar nuestro vuestro Galpón de las Artes, por hospedar nuestra propuesta teatral, por volver, por expandir la cooperación y la solidaridad como horizonte colectivo.

El teatro como refugio y resistencia
Desde hace 29 años, El Galpón desafía el sistema convencional del mercado, nuestra voluntad de transformación no se detiene: la cooperación solidaria que cada grupo aporta por ensayo es un puente que sostiene el deseo, cada función un acto de confianza en que seremos capaces de aprender a imaginar juntos lo que parece imposible, ejercer la voluntad de incidir en la historia presente, porque alienar lo humano en la incapacidad de determinar nuestro futuro es algo que tristemente ya está presente.
Hemos convertido este teatro en un ámbito de producción cultural con más de cien funciones anuales, casi mil horas de ensayo que llegaron a ser los estrenos de esta temporada. La cooperación solidaria no es solo la garantía de acceder a la cultura como derecho, sin barreras de boletería. Es la raíz identitaria de este teatro-proyecto. Afuera grita el poder financiero, afirma el progreso de los mercados “liberados”, en la potencia de lo comunitario susurra el disenso, una polifonía de voces y ficciones dan vuelta esas ecuaciones que todo lo afirman.
¿Para qué desbordar la palabra en soliloquio? ¿Para justificar la exclusión, el odio y la amenaza? En el teatro la palabra se convierte en acción, es su sentido político, dialógico.
La cooperación solidaria: un gesto que nos transforma
El Galpón no existiría sin las acciones de quienes cruzan nuestras puertas. Cada aporte es parte de esta red, casa, jardín que se cuida colectivamente, y a sus historias que no solo se cuentan, sino que pueden abrir una puerta por donde la herencia cultural renueve el intento de otro mundo posible.
“Nos mueven los procesos creativos, los enigmas del arte, la potencia de amar. Y aunque afuera el cinismo parezca inevitable, nosotros vamos a soñar lo inimaginable ¿En qué punto del escenario el futuro se hará infinito ?
Claudia Balinotti y Mariano Tiribelli
El Galpón de las Artes
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El impacto de tu presencia
Cada espectador trae consigo una chispa que enciende este lugar. Queremos escuchar tu voz:
- ¿Qué sentiste al cruzar nuestras puertas?
- ¿Qué emociones te dejó la última función?
“No sé si entendí, pero en una parte tuve miedo” o “se me erizó la piel” son frases que nos conmueven y nos recuerdan que el teatro no se explica, se vive.